El Parma de los 90: la estrella estrellada
Escrito por Darío Lampa
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- 04 marzo 2015
- en Europa
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AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS – CUANDO EL CALCIO MOLABA. CAPÍTULO 02
Puede parecer imposible, pero hubo un tiempo en el cual el Parma, que en estos momentos se ha convertido en el ejemplo perfecto de una mala gestión y en un fiel reflejo de la actual crisis económica, fue un equipo grandioso que escribió un capítulo importante en la historia del Calcio. Decisiones estratégicas y de marketing que parecían perfectas, títulos alcanzados, solamente soñados y grandes jugadores se mezclan en esta epopeya cuyo desenlace corre paralelo con la historia de la realidad industrial Italiana contemporánea.
Todo empieza en 1987. Mientras el Napoli de Maradona celebra el doblete «Scudetto-Coppa de Italia», un pequeño club de fútbol firma el contrato que cambiará su destino. El Parma Calcio gestionado por el gran Ernesto Ceresini entra a formar parte de una de las marcas italianas más poderosas de aquellos tiempos, la Parmalat. Este hecho convertirá un club que hasta entonces subía y bajaba de categoría casi cada año en el equipo revelación de la Serie A y también del fútbol europeo.
El pequeño milagro obtenido por su entrenador de entonces, un joven Arrigo Sacchi que había llevado el equipo a rozar la promoción a la máxima división en la temporada 85/86, ya no era suficiente para el nuevo patrocinador que quería aplicar a la realidad futbolística su mentalidad emprendedora, llevando a construir imperios económicos partiendo de la nada. El equipo en sólo dos años cambia tres entrenadores y finalmente en el año 1989, después de una era Zeman terminada precozmente y una temporada anónima al mando de Giampiero Vitali, llega al banquillo del Parma el joven prodigio Nevio Scala, que deja su Reggina, equipo que llevó de la Serie C1 a acariciar el ascenso a la Serie A, para liderar el nuevo proyecto parmesano.
La era Scala empieza con buen pie y el equipo llega finalmente a ascender a la máxima división. Ocurre el 25 de Mayo de 1990. El presidente Ceresini había muerto pocos meses antes y el propietario de Parmalat, Tanzi se había postulado candidato a sucesor en el mismo instante en que Ceresini había fallecido, presionando a entrenador y jugadores para que alcanzasen la primera división. La muerte de Ceresini aún estaba envuelta en el misterio dado que su condición, aparentemente estabilizada después de la hospitalización, empeoró de forma inesperada como consecuencia de un cambio en el tratamiento recibido.
El partido decisivo era un derbi que se jugaba contra el archi-enemigo Reggiana terminado 2-0 con goles de Osio y Melli. Es el principio de un proyecto de equipo que puede finalmente confrontarse con el fútbol de élite con la tranquilidad de un respaldo económico de primera categoría, asegurado por la multinacional Parmalat de Calisto Tanzi, que se conviertió en propietario del club. Es el principio del fin.
El Parma que se estrena en Seria A es el primer ejemplo de «patrocinio perfecto», donde el dueño del equipo es a la vez el presidente de la empresa que pone el logotipo en las camisetas. El efecto es inmediato. El once de Nevio Scala presenta un sólido módulo 5-3-2 donde jugadores de nivel mundial como Taffarel, Grun y Brolin se integran a la perfección con los talentosos futbolistas italianos, como Apolloni, Osio, Zorratto o el mismo Melli, veterano y bandera del equipo. Los resultados no tardan en llegar consecuencia de un juego que arranca aplausos y gana simpatizantes.
En la temporada 92/93 llega el primer título importante. El equipo, reforzado con la llegada de Benarrivo, Di Chiara y el “cóndor” Agostini, levanta la Coppa Italia después de un torneo perfecto en el cual elimina a Palermo, Fiorentina, Genoa y Sampdoria y gana una final de ida y vuelta contra la Juventus del segundo ciclo de Giovanni Trapattoni, la del «codino» Roberto Baggio para entendernos. Será el primer trofeo de una larga serie y el Parma empieza de esta forma a convertirse en un equipo internacionalmente conocido. En esos años los comentaristas extranjeros llamaban el equipo Parmalat. Era, como le gustaba recordad a su director de marketing Barili, un error que en realidad agradaba a la gerencia, enteramente formada por hombres de la marca. Este error, tan querido entonces, a la larga costó caro a la sociedad.
En la temporada siguiente a la victoria en Coppa Italia el equipo sigue reforzándose con la llegada del colombiano Tino Asprilla y de Fausto Pizzi, que añaden un toque creativo al medio campo. El Parma derrocha buen juego y después de otra marcha memorable que tuvo como víctimas al Ujpest, Boavista, Sparta Praga y al Atlético de Madrid, llega a ganar la Coppa delle Coppe, que levanta en la final de Wembley del 12 de Mayo contra el Anverse. En solamente tres años el equipo pasa de jugarse un desempate para subir a primera división a ganar su primer trofeo internacional.
Cabalgando la ola de los éxitos llegan nuevos fichajes: un joven Gianfranco Zola y jugadores duros como Crippa, Sensini, Fernando Couto y Dino Baggio, que se suman a un proyecto cada día más ambicioso. El Parma ha entrado a formar parte de la élite del fútbol italiano y europeo y las victorias «de peso» llegan sin parar: temporada 93/94, un quinto puesto en campeonato, la Super Coppa Europea ganada al Milan de Capello y una final de Coppa delle Coppe perdida por 1-0 contra el Arsenal.
En la temporada 94/95, un segundo puesto en el campeonato italiano, finalista en Coppa Italia y victoria de la Coppa UEFA (ahora Europa League) en un maravilloso duelo contra la Juve de Marcello Lippi. El pequeño equipo de provincia estaba viviendo el sueño de Cenicienta y los grandes jefes sabían que para llegar a ganar a lo grande tanto en Italia como en Europa hacía falta un salto de calidad. Llega así un gran crack al equipo, el jugador recién premiado con el Balón de Oro, pichichi del último Campeonato del Mundo y pie izquierdo mágico. Hablamos del búlgaro Hristo Stoichkov, comprado nada menos que del Barcelona. Junto a él y destinado a hacer historia en el Calcio, llega un joven Fabio Cannavaro.
Pese a las grandes inversiones, los títulos en la temporada 95/96 no llegan y el dueño Tanzi, cuyos intereses en realidad eran puramente financieros, pone patas arriba vestuario y once de juego en un intento desesperado de poner remedio a un año sin títulos. La primera elección es poner a la presidencia del equipo el hijo Stefano y la segunda es deshacerse del entrenador Scala y ponerse en las manos de un primerizo Carletto Ancelotti.
En el campo llegan también nuevas incorporaciones. El once cambia aspecto y ve ahora en la portería un imberbe Gianluigi Buffon, en defensa el veterano Benarrivo al lado del joven Cannavaro y de la estrella internacional Thuram, Sensini y Dino Baggio liderando el medio campo y la pareja Chiesa-Crespo protagonista en ataque. Los cambios parecen dar resultado y el Parma consigue un segundo puesto en el campeonato italiano detrás de la Juve de Lippi, una máquina de juego casi perfecta.
Es el año 1997 y el aparente renacimiento del Parma es en realidad solamente un espejismo. En la temporada siguiente, la 97/98, el juego del equipo no termina de convencer y de nuevo las ilusiones se convierten en tristeza. Un decepcionante sexto puesto en campeonato y la eliminación temprana en la Coppa UEFA son precios que se pagan caros. Los platos rotos los paga el entrenador Ancelotti, culpable según Tanzi de haber rechazado el fichaje de Roberto Baggio y de no haber sabido liderar un equipo de gran talento futbolístico. El sueño parece haber terminado pero la gerencia no quiere despertar e intenta cambiar el rumbo del equipo de la única forma que conoce: a golpes de talonario.
En dos años, desde el 97 al 99, al equipo llegan todo tipo de jugadores y de todas las nacionalidades: de Blomqvist a Verón pasando por Ze María, Stanic y Boghossian. Al mando otro primerizo, Alberto Malesani. El Parma parece renacer pero serán solamente los últimos coletazos de un equipo al borde de la muerte. En 1999, en su última temporada gloriosa, los parmesanos terminan cuartos en el campeonato italiano y ganan el trío de copas: la UEFA en Moscú 3-0 contra el Marsella, la Coppa Italia contra la Fiorentina y la Supercoppa Italia ganada contra el Milan. Los lamentos de una sociedad agonizante se confunden entre los gritos de alegría y casi nadie los escucha.
El equipo ha tocado techo y se prepara para tocar fondo, pero nadie parece darse cuenta o darle la suficiente importancia. Los años 2000 serán años de decepciones y derrotas. El juguete de la familia Tanzi se ha roto y el baile de fichajes y entrenadores no servirá para arreglarlo. El Parma en Italia se ve relegado a las posiciones de media tabla y en Europa desaparece del todo. Su suerte es paralela a los resultados económicos de la multinacional que la respalda, una Parmalat sobre la cual empieza a alargarse la sombra de las pérdidas causadas por la corrupción, el despilfarro y la mala gestión.
El equipo, igual que ahora, ya a mediados de los años 2000 está a punto de desaparecer. Es el prólogo de una muerte anunciada hace ya 15 años, un final trágico para uno de los equipos que han hecho grande el fútbol italiano.
DARIO LAMPA
Madrid
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